El estrés es la reacción del cuerpo al cambio. Distinguimos el estrés beneficioso “eustress” del estrés nocivo “destress”.
Cuando estamos en eustress tenemos un mejor desempeño en lo que hacemos, es una reacción momentánea, después de lo cual volvemos a la homeostasis, es decir, al equilibrio. Si esto no sucede, nos encontramos en un estado de angustia el “destress” (un enemigo de la salud).
¿Qué pasa entonces? Aumenta la secreción de ciertas hormonas y otras se inhiben.
Serotonina, noradrenalina, dopamina comienzan a funcionar mal y crean desequilibrios químicos en nuestro cerebro que provocan fatiga, ansiedad, depresión, trastornos del sueño, así como reacciones mentales (dificultades de concentración, falta de memoria, pérdida de perspectiva, desorganización) y fisicas (dolor muscular, celulitis, sobrepeso, colitis).
Cuando, debido a una serie de circunstancias, no luchamos o no huimos de una situación estresante, permanecemos “en la tensión» y nuestro sistema energético se bloquea. Los desequilibrios hormonales resultantes del estrés inundan el tejido conectivo con líquidos, alterando así la circulación.
Por lo tanto, el masaje es una excelente terapia para desbloquear las energías, liberar los tejidos de toxinas, restaurar la movilidad de los músculos, restaurar el reloj interno a niveles normales…
Cualquiera que lo haya probado lo sabe: ¡un buen masaje transforma el gris interior en un arco iris brillante!